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El milagro que fortaleció la fe Guadalupana

En 1531, poco después de la construcción de la Basílica de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, ocurrió un milagro que marcó un antes y un después en la fe de los primeros devotos de la Virgen de Guadalupe. Durante una procesión para llevar la imagen sagrada a su santuario, un arquero disparó una flecha al aire como señal o celebración. Sin embargo, la flecha cayó inesperadamente sobre la garganta de un hombre participante, quien cayó al suelo como muerto. Desesperados, los fieles llevaron al hombre frente a la imagen de la Virgen. Al retirar la flecha, el hombre resucitó milagrosamente, dejando asombrados a todos los presentes.

Este acontecimiento es considerado uno de los primeros milagros asociados a la Virgen y está documentado en el Nican Mopohua, texto en náhuatl que narra las apariciones y milagros guadalupanos. En la Basílica, numerosos exvotos recuerdan este suceso, reflejando la profunda devoción y gratitud hacia la Virgen. Este milagro simboliza la protección maternal de la Virgen de Guadalupe y fortaleció la fe tanto de indígenas como de españoles, consolidando su papel como un símbolo de esperanza y unidad para México.

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