Por: Elidé Marisel Rojas
Antes de las famosas apariciones de la Virgen en 1917, los pastorcitos Lúcia, Francisco y Jacinta tuvieron varias manifestaciones del Ángel de Portugal en 1915 y 1916, que sirvieron como preparación espiritual para la misión que les esperaba. Según Cristino (2010), el Ángel les dijo: “¡No temáis! Soy el Ángel de la Paz. Orad conmigo” (p. 4), enseñándoles a rezar y guiando su fe.El Ángel les instruyó en oraciones fundamentales, haciéndoles repetir frases como: “Dios mío, creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman” (Cristino, 2010, p. 4).
También les pidió ofrecer sacrificios para reparar las ofensas y pedir la conversión de los pecadores: “Ofreced constantemente, al Altísimo, oraciones y sacrificios” (Cristino, 2010, p. 5).

En una aparición especialmente significativa, el Ángel les mostró una Hostia y un Cáliz con gotas de sangre, dándoles la comunión y destacando la importancia de la reparación espiritual: “Tomad y bebed el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos” (Cristino, 2010, p. 5).
Estas apariciones fueron poco conocidas durante mucho tiempo y sólo se difundieron ampliamente con las memorias de la Hermana Lúcia, quien enfatizó que el Ángel era “nuestro Ángel de la Guarda” que preparaba las almas para los designios de Dios (Cristino, 2010, p. 3).
En conclusión, el Ángel de Fátima fue un guía espiritual esencial para los pastorcitos, iniciando la preparación para las revelaciones posteriores de la Virgen, e invitándolos a la oración, el sacrificio y la reparación por los pecados.
FUENTES:
Cristino, Luciano (2010). As aparições do Anjo em 1915 e 1916. Santuário de Fátima. https://www.fatima.pt/documentacao