Catalina y el secreto del roquete

Una noche, Catalina Labouré tuvo un sueño extraño. San Vicente de Paúl estaba frente a ella. No decía nada, solo la miraba y le hacía señas con el dedo para que se acercara. Catalina en ese momento dice haber sentido miedo, retrocedió. Entonces, él habló: “Ahora huyes de mí… pero un día vendrás muy cerca de mí”. Al despertar, supo que aquello no era un simple sueño. Era un llamado.

Cuando tuvo la edad suficiente ella comenzo a preparse. Dejó la granja en manos de su hermana y viajó a París. Allí ingresó como novicia en la casa de las Hijas de la Caridad.

Ese mismo año, ocurrió algo extraordinario. El cuerpo incorrupto de san Vicente, escondido durante la Revolución Francesa, volvió a ser expuesto. Hubo una gran procesión por París donde más de 200 Hijas de la Caridad lo acompañaron, Catalina estaba entre ellas.

Como recuerdo, les dieron un trozo del roquete blanco que había usado el santo. Catalina lo tomó con tanta devoción y con fe lo tragó, pidiéndole a san Vicente una sola cosa: poder conocer a la Virgen.

En la noche del 18 de julio, víspera de la fiesta de san Vicente, algo la despertó. Era un angel en un cuerpo de niño. “Catalina, levántate” le dijo “La Virgen te espera”.

Y así comenzó la historia que cambiaría al mundo.