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Maximino Giraud: el niño de La Salette

Por: María Emilia Zuchelli

Maximino Giraud nació el 26 de agosto de 1835 en el pequeño pueblo de Corps (Isère, Francia). Su vida fue difícil desde el comienzo. A los 17 meses perdió a su madre, Anne-Marie Templier, y quedó al cuidado de su padre, Germain Giraud, un humilde carretero, junto con su hermana Angélique. Pronto su padre volvió a casarse con Marie Court, una madrastra que no mostró mucho cariño con el pequeño Maximino.

Así fue como Maximino creció de forma desordenada, pasando gran parte de su tiempo con su perro y su cabra mientras vagaban por las calles de Corps, sin escolaridad ni responsabilidades, más allá de sobrevivir. Hablaba el dialecto local, el occitano, pero había aprendido algunas palabras de francés mientras se relacionaba con los carreteros y viajeros en las diligencias de relevo.

Su vida cambió radicalmente el 19 de septiembre de 1846, cuando con apenas tenía 11 años vivió uno de los momentos más misteriosos y transcendentales de su vida: junto con su compañera Mélanie Calvat, de 15 años, presenció la aparición de la Virgen María en La Salette. La Virgen les habló entre lágrimas, les confió un mensaje urgente y les pidió que lo compartieran.

Durante los tres años posteriores a la aparición, su medio hermano Jean-François, su madrastra y su padre fallecieron. Maximino quedó al cuidado de su tío materno, el señor Templier. Fue entonces colocado como interno en el colegio de las Hermanas de la Providencia, donde se llevó a cabo una investigación sobre la aparición.

Su progreso escolar fue lento, obstaculizado por la constante presión de los peregrinos, curiosos y autoridades que querían respuestas. El niño que había viso a la Virgen comenzaba a vivir una vida marcada por la incomodidad de haber sido testigo de lo extraordinario.

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