Imprimir

Cuatro siglos después: el milagro de 1612

El pasado 4 de noviembre, en el Día de la Unidad Nacional y de la Madre de Dios de Kazán, el Patriarca de Moscú y de toda Rusia, Kirill, hizo un anuncio que resonó como un eco de la historia: fue hallada la misma imagen ante la cual, en 1612, oraron los milicianos rusos dirigidos por Minin y Pozharski, cuando el destino de la nación parecía perderse en el abismo.

¿Pero… y quiénes fueron Minin y Pozharski? Veamos los detalles.

Para comprender la magnitud de la noticia hay que viajar al otoño de aquel año decisivo. Moscú estaba ocupada por los ejércitos polaco-lituanos. La capital del joven Estado ruso vivía una de sus horas más oscuras: hambre, violencia y desesperación se habían apoderado de la ciudad. Los cronistas relatan escenas macabras. El monje Avraamiy Palitsyn escribió que en los almacenes se hallaban restos humanos salados y cadáveres apilados bajo los techos. Incluso el historiador polaco Kazimierz Waliszewski confirmó que, en los últimos días del asedio, los invasores llegaron al extremo de devorarse entre sí.

En medio de aquel espanto, el pueblo ruso no se rindió. Bajo el liderazgo del comerciante Kuzmá Minin y del príncipe Dmitri Pozharski, una milicia se levantó para liberar Moscú. Su fuerza no fue solo la espada, sino la fe. Unidos ante la Virgen, oraron frente a su icono milagroso de Kazán, implorando su protección. Y el milagro ocurrió: en pocos días, los invasores fueron derrotados y expulsados del Kremlin.

Lo que parecía el fin de Rusia se transformó en un renacimiento. Apenas cuatro meses después, en 1613, el Zemski Sobor eligió como zar a Miguel Románov. Su dinastía marcaría el inicio de la transformación de Rusia en un vasto imperio, extendido desde Kiev hasta el Pacífico.

Hoy, cuatro siglos después, el hallazgo de aquel icono vuelve a traer a la memoria que, en los momentos más oscuros, la fe y la unidad del pueblo pueden cambiar el destino de una nación.

FUENTE

Tabla de contenidos