Imprimir

El mensaje oculto en el ayate: una investigación entre la fe y la razón

Autor: Arias Daiana

Resumen

Este artículo presenta una cronología analítica de los principales hechos vinculados con la Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, desde los antecedentes prehispánicos del siglo XIV hasta los estudios tecnológicos del siglo XX. A través del examen de fuentes históricas, eclesiásticas y científicas, se evidencia cómo el fenómeno guadalupano ha trascendido los límites de la fe, integrando progresivamente avances ópticos, químicos y digitales que aportan nuevas perspectivas sobre su origen y conservación. La convergencia entre historia, religión y ciencia convierte a la tilma guadalupana en un caso único de continuidad cultural y enigma material a lo largo de más de cuatro siglos y medio.

1. Contexto prehispánico y conquista (1325–1521)

La cronología inicia en 1325, cuando los mexicas fundan México-Tenochtitlán tras la célebre visión del águila sobre el nopal. Dos siglos más tarde, la figura de Moctezuma II (1505) y las profecías atribuidas a su hermana Papantzin (1509) anuncian la llegada de los conquistadores.
En 1519, Hernán Cortés desembarca en Veracruz y en 1521 culmina la caída del Imperio mexica. El cerro del Tepeyac, donde se asentaron tropas españolas, quedará luego asociado a las futuras apariciones marianas.

2. Primeras apariciones y expansión del culto (1525–1622)

Entre 1525 y 1531 se sitúan los hechos fundacionales: el bautismo del indígena Cuauhtlatóhuac, conocido como Juan Diego, y las cuatro apariciones de la “Señora del Cielo” en el cerro del Tepeyac.
El 12 de diciembre de 1531, al desplegar su tilma ante fray Juan de Zumárraga, se revela milagrosamente la imagen de la Virgen. Desde entonces, la tilma es objeto de veneración, y en 1531–1532 se construye la primera ermita.
Durante el siglo XVI, el culto se consolida: en 1550 se redacta el Nican Mopohua —primer relato náhuatl de las apariciones— y hacia 1560 se oficializa el nombre de “Virgen de Guadalupe”. A fines del siglo XVI y comienzos del XVII se levantan sucesivas ermitas y templos, testimonio del creciente fervor popular.

3. Institucionalización religiosa y expansión cultural (1622–1828)

En 1622 se inaugura el primer gran santuario guadalupano, y a lo largo del siglo XVII se recopilan las informaciones eclesiásticas que respaldarán la aprobación litúrgica de su festividad (1666).
Durante el siglo XVIII, la devoción se amplía: el papa Benedicto XIV la declara Patrona de México (1754) y el arte barroco novohispano reproduce su imagen en todo el continente.
Ya en el siglo XIX, la Virgen se convierte en símbolo nacional, especialmente desde 1810, cuando Miguel Hidalgo levanta su estandarte durante la guerra de independencia. En 1828, el 12 de diciembre se instituye como fiesta nacional.

4. Entre la fe y la ciencia: el siglo XX y los estudios tecnológicos (1895–1982)

El siglo XX marca el paso del símbolo religioso al objeto de investigación científica.
En 1895 tiene lugar la primera coronación pontificia; en 1910, Pío X la proclama Patrona de América Latina.
A partir de 1921, una serie de hechos extraordinarios —incluido un atentado con bomba que no dañó la tilma— despiertan el interés científico. En 1929, el fotógrafo Alfonso Marcué detecta en los ojos de la imagen la figura de un hombre, lo que da inicio a las investigaciones ópticas.
En 1936, el premio Nobel de Química Richard Kuhn analiza fibras del ayate y declara la ausencia de pigmentos conocidos.
Entre 1951 y 1956, oftalmólogos mexicanos confirman la presencia de reflejos humanos en los ojos de la imagen, de acuerdo con la ley de Purkinje-Sanson.
En 1979, el ingeniero José Aste Tonsmann aplica técnicas de digitalización y análisis computarizado, descubriendo en las pupilas diversas figuras humanas que coincidirían con los testigos del milagro de 1531.
Finalmente, en 1982, un grupo de antropólogos vascos afirma que la cabeza del “anciano” identificada en dichas imágenes presenta rasgos propios del obispo Juan de Zumárraga, cerrando así el ciclo entre historia, fe y tecnología.

Conclusiones

El recorrido cronológico evidencia cómo la Imagen de Guadalupe ha resistido el paso del tiempo no sólo como símbolo de identidad nacional y religiosa, sino también como objeto de interés científico.
Desde las visiones indígenas y la conversión de Juan Diego hasta los análisis digitales del siglo XX, el “ayate del Tepeyac” ha mantenido su misterio intacto, desafiando tanto a la teología como a la ciencia moderna.
Más que una reliquia, la tilma representa un punto de encuentro entre la tradición mítica del México antiguo, la fe cristiana colonial y la curiosidad científica contemporánea. Su permanencia a través de los siglos parece confirmar que, efectivamente, en los ojos de Guadalupe “se guarda todavía un as”.

FUENTE


Benítez, J. J. (1982). El misterio de Guadalupe: Sensacionales descubrimientos en los ojos de la Virgen mexicana (pp. 212–216). Editorial Planeta.

Tabla de contenidos