Un Viaje de Encuentros Inesperados
Por: Elidé Marisel Rojas y Tamara Yevtushenko
Señales Divinas que guiaron la Peregrinación a Salta
Tamara, una mujer cristiana ortodoxa, nunca había considerado realizar una peregrinación católica. A pesar de que ambas religiones comparten muchos principios, las iglesias se separaron en 1054 y, desde entonces, sus historias han sido diferentes. Sin embargo, el papel de la Madre de Dios y la devoción a la Virgen son igualmente cruciales para ambas iglesias.
Tamara aceptó la invitación para el viaje a Salta porque vio una señal en el hecho de que este caía al día siguiente después de la fiesta de la Dormición de la Virgen, una de las fiestas religiosas más queridas por ella, y que tiene un significado especial en su vida. Tamara solía viajar para la fiesta de la Dormición de la Madre de Dios y acercarse al antiguo monasterio ortodoxo ruso, ubicado casi en la frontera con Estonia. Este monasterio, llamado Pskov Pecherskiy, celebraba esta festividad con gran solemnidad. En Rusia, esta es la época de otoño, justo antes de su final, y en el monasterio la festividad se celebra con inmensa devoción. Los ciudadanos de los pueblos cercanos adornan el camino con pétalos de rosas, que se extienden durante varios metros hasta la entrada del monasterio, donde se encuentra el antiguo icono de la Dormición de la Madre de Dios.
Aceptó la invitación, sabiendo que podía después de comulgar los Santos Santificados Dones el día de la Dormición de la Virgen, con alegría viajar a conocer el lugar, adonde viajan los católicos para encontrarse con la Madre de Dios, era la hora oportuna.



El Viaje a Salta
Un día, Adolfo le propuso a Tamara la posibilidad de viajar a Salta para visitar un lugar de peregrinación. Aunque en un principio dudaba y dudaba mucho, la coincidencia del viaje con la festividad de la Dormición de la Virgen en el calendario ortodoxo fue la señal que necesitaba. “Para mí, esta fecha tiene un significado profundo. Es uno de los momentos más espirituales de mi vida. Cuando vi que el viaje coincidía con esta festividad, supe que debía ir. Sentí que todo estaba alineado para que diera este paso”. “Llame a Adolfo y le dije que sí, quiero ir a Salta. Ya sabía que quería ir y no dudaba de nada.” Todos los peregrinos ya tenían pasajes y todo fue ya reservado. Adolfo después de mi llamada resolvió asombrosamente en pocas horas.
El Encuentro con la Medalla Milagrosa
La historia de Tamara con la medalla milagrosa comenzó mucho antes de su viaje a Salta. Mientras ordenaba libros y papeles en casa de su marido, encontró un folleto viejo que llevaba más de siete años guardado. Al abrirlo, descubrió una medalla en su interior. “Qué raro”, pensó Tamara, “tantos años estuvo ese folleto y nunca vi que adentro había un medallón”. Algo dentro de su corazón le decía que debía quedársela. Aunque sabía que no era un medallón tradicional en la tradición ortodoxa, sintió que debía llevarla consigo como recordatorio de la Madre de Dios.
Después de muchas especulaciones sobre cómo llegó ese folleto con la medalla a sus manos, Tamara concluyó que fue un regalo del monasterio católico de Einsiedeln, en Suiza, un lugar que alberga a la Virgen Negra desde 1817. Tamara recordó su visita a este monasterio durante un viaje de paseo con su marido. “Me quedé mucho tiempo allí, mirando la cara negra de la Virgen. No recuerdo quién me dio el folleto ni cómo llegué a encontrar la medalla, pero sentí que debía guardarla”.
La Pérdida de la Medalla Milagrosa
Al poco tiempo, Tamara colocó la medalla milagrosa en la misma cadena de plata donde llevaba la Cruz ortodoxa. Sin embargo, pronto la perdió. Pensó que el mar la había llevado consigo y estuvo muy triste. Durante un mes, buscó en vano la medalla hasta que, de manera inexplicable, apareció.
“Estaba por subir al auto de un compañero, y al abrir la puerta, vi una luz brillante en el piso. Era mi medalla milagrosa”. Tamara se quedó emocionada, no solo porque no la había perdido en el mar, sino porque ahora estaba justo allí, esperándola.
Este episodio fue para Tamara una señal clara de que la Virgen María la estaba acompañando.
Las Monjas Carmelitas y la Medalla Milagrosa
Antes de encontrar la medalla en el auto, Tamara se había conectado espiritualmente con hermana Miriam, una monja carmelita con quien mantenía una amistad a través de cartas, llamadas telefónicas y visitas al monasterio de las carmelitas en Buenos Aires. La hermana Miriam le había contado a Tamara que se celebraba el día de la Medalla Milagrosa, y Tamara le contó que había perdido la medallita milagrosa.
Pocos días después, hermana Miriam se comunicó nuevamente con Tamara, informándole que un mensajero la llevaría a Mar del Plata, donde Tamara se encontraba, la medalla milagrosa. Cuando Tamara recibió el paquete, abrió el estuche y vio la medalla. “Era muy grande, no era para colgarla en el cuello. Recuerdo que cuando entraron los ladrones, no se atrevieron a tocarla. La medalla quedó intacta, en el estuche, en mi habitación.”
Tres Medallas Milagrosas: Un Regalo Divino
Poco después, Tamara recibió otro paquete con regalos del monasterio. Entre ellos, había una medalla milagrosa más pequeña y antigua, casi microscópica, que nunca había visto antes. “Primero tuve una medalla, luego me enviaron una más grande, y después apareció una tercera, pequeña y antigua. Todo esto me hizo sentir que la Virgen me estaba guiando, dándome señales claras de Su presencia”. Tamara le contó a hermana Miriam sobre la medalla extra que encontró, y la monja le explicó que ella también había intentado enviársela, pero no la había encontrado hasta ese momento.
La Amistad de Tamara con las Monjas Carmelitas
La amistad de Tamara con las monjas carmelitas comenzó muchos años antes de su viaje a Salta, cuando trabajaba en la Casa de Rusia en Buenos Aires. En aquel entonces, las monjas necesitaban un diccionario ruso-español para traducir cartas espirituales de los padres ortodoxos rusos. Tamara, sin dudar, les regaló el diccionario, y como gesto de agradecimiento, las monjas le enviaron obsequios, incluyendo un icono ruso de la Madre de Dios de Kazán, junto con una oración escrita por la hermana Miriam, que pedía la unión entre las iglesias ortodoxa y católica.
Salta Linda: La Experiencia Espiritual de Tamara
Durante su peregrinación a Salta, Tamara vivió varios momentos espirituales significativos. Al llegar al aeropuerto, conoció a dos compañeras, Paula y Elide, y fue con Paula con quien compartió más momentos. A través de su amistad con Paula, Tamara descubrió el Rosario de la Madre de Dios, algo que no formaba parte de su tradición ortodoxa.
El viaje la llevó a un cerro en Salta, que le recordó su peregrinaje previo a Jerusalén. “La energía que sentí en el cerro de Salta fue similar a la que experimenté en Jerusalén”, describe Tamara. La conexión espiritual que sintió en ese lugar sagrado la hizo sentir una gracia divina muy especial.
Encuentros Significativos y Regalos Espiritual
A lo largo de la peregrinación, Tamara vivió varios encuentros significativos, como con una monja en el monasterio de las Carmelitas, quien le regaló libros, postales y estampitas. Tamara también sintió la necesidad de regalar una estampita del Sagrado Corazón de Jesús a un compañero de viaje que veía triste.
Señales en la Billetera y la Virgen Santísima del Perpetuo Socorro
Al final de su peregrinación, Tamara descubrió una estampita en su billetera que nunca había notado antes. Al mirarla, se dio cuenta de que era la Virgen Santísima del Perpetuo Socorro, una imagen que se conectaba con su experiencia en la iglesia ortodoxa y con la Virgen de Salta. “Cuando vi la estampita en mi billetera, me di cuenta de que era la imagen de la misma Virgen que habíamos venerado en la misa”, concluye Tamara, destacando cómo todo el viaje fue un camino de señales divinas y experiencias de fe profunda.
Regreso a Buenos Aires
Al regresar a Buenos Aires, Tamara se reunía con amigos para contarles sobre su viaje espiritual a Salta. Cuando abrió un paquete de té verde, encontró una pequeña medalla milagrosa en la cucharita. Era la misma medalla pequeña y gastada que había encontrado antes, la que la Virgen de Dios había usado para acompañarla durante su viaje.

