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Génesis 3:15 y la Profecía en las Lágrimas de Akita

Elidé Rojas

En septiembre de 1981, Agnes Katsuko Sasagawa, una monja japonesa, vivió una experiencia mística en la que un ángel se le apareció y le mostró una Biblia abierta en Génesis 3:15. Este pasaje, que se considera el primer anuncio de la redención del ser humano, es clave en la tradición cristiana. El ángel le explicó a Agnes el significado del número 101, relacionado con las 101 lágrimas que la estatua de Nuestra Señora de Akita derramó entre 1975 y 1981. Según la interpretación del ángel, el primer “1” representaba a Eva, la mujer por la que el pecado entró al mundo; el “0” simbolizaba a Dios, eterno y central en el plan de salvación, y el último “1” representaba a María, la “Nueva Eva”, quien, a través de su aceptación de la voluntad divina, permitió la llegada del Salvador.

Este pasaje, Génesis 3:15, es considerado por muchos como la primera promesa de la redención, que señala que, aunque el pecado entró al mundo a través de Eva, la salvación también vendría por una mujer, María. En la tradición cristiana, este versículo se interpreta como una profecía que anuncia la victoria de la humanidad sobre el mal a través de la descendencia de la mujer. Así, el número 101, con sus símbolos de Eva, Dios y María, conecta el sufrimiento y la esperanza, reflejando cómo la historia de la salvación se desenvuelve a lo largo del tiempo.

Aunque las apariciones de Akita no son un dogma oficial, el mensaje que transmiten sigue siendo significativo para muchos creyentes. El vínculo entre Génesis 3:15 y las lágrimas de la Virgen en Akita destaca el papel de María como la figura que, al igual que Eva, tiene una conexión vital en la historia de la salvación. Esta interpretación invita a reflexionar sobre el sufrimiento, la fe y la esperanza, recordando que la redención no solo fue anunciada al principio de la humanidad, sino que se cumple a través de la obediencia y la fe de una mujer: María.

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