La Historia de Nuestra Señora de Todos los Pueblos
La historia de Nuestra Señora de Todos los Pueblos comienza con una serie de apariciones marianas que tuvieron lugar en Ámsterdam, Países Bajos, entre 1945 y 1959. Durante esos años, la Virgen María se apareció a Ida Peerdeman en 56 ocasiones. Ida era una mujer común, empleada de oficina, sin formación teológica ni religiosa especial, lo que hace que el mensaje se presente de un modo sencillo y directo.
Estas apariciones se destacan porque no estuvieron acompañadas de milagros espectaculares ni fenómenos llamativos. Su importancia reside principalmente en el contenido de los mensajes, orientados a toda la humanidad y no solo a personas creyentes.
La primera aparición ocurrió la noche del 25 de marzo de 1945, mientras Europa aún sufría las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. Esa fecha coincide con la fiesta de la Anunciación, que en el cristianismo recuerda el anuncio del nacimiento de Jesús. El contexto histórico refuerza el sentido del mensaje: un llamado a la esperanza en medio del sufrimiento y la destrucción.
Un nuevo nombre y un mensaje universal
Con el paso de las apariciones, la Virgen se presentó con un título nuevo. El 11 de febrero de 1951, dijo:
«Yo soy la Señora, María, Madre de todos los pueblos».
Este nombre expresa una idea central del mensaje: María se presenta como madre espiritual de todas las personas, sin importar su origen, cultura o religión. El objetivo principal era promover la unidad, la paz y la reconciliación entre los pueblos del mundo.
Un pedido particular: un nuevo dogma
Uno de los aspectos más originales de estas apariciones fue el pedido de un nuevo dogma mariano. En términos simples, un dogma es una enseñanza oficial de la Iglesia. En este caso, la Virgen pidió que se la reconociera como Corredentora, Mediadora y Abogada.
Estos títulos, explicados de manera sencilla, significan que María:
- Colabora de manera especial con la obra de Jesús en la salvación de la humanidad.
- Intercede ante Dios en favor de las personas.
- Defiende y acompaña espiritualmente a los pueblos del mundo.
Según los mensajes, este reconocimiento ayudaría a abrir una nueva etapa de paz y renovación espiritual para la humanidad.
El sentido de las apariciones
Los mensajes transmitidos a Ida fueron claros en su propósito: la humanidad necesita volver a Dios y recuperar valores como la solidaridad, la justicia y la paz. María se presenta como una guía espiritual, cercana y accesible, que acompaña a las personas en este camino.
La imagen asociada a esta devoción ayuda a comprender el mensaje. María aparece de pie sobre el mundo, con las manos extendidas, de las que salen rayos de gracia, redención y paz. Estos rayos simbolizan la ayuda espiritual ofrecida a todos los pueblos, sin exclusiones.
La Eucaristía y el milagro de Ámsterdam
Las apariciones también están relacionadas con un antiguo acontecimiento ocurrido en Ámsterdam en 1345, conocido como el milagro eucarístico. Según la tradición cristiana, una Hostia consagrada que había sido arrojada al fuego fue hallada intacta al día siguiente.
Para los creyentes, este hecho simboliza la presencia de Dios en la vida cotidiana. La Virgen recordó este episodio para subrayar la importancia de la fe y la confianza, incluso en medio de situaciones difíciles.
La Oración de la Señora de Todos los Pueblos
Una parte central del mensaje fue la oración que la Virgen enseñó a Ida, conocida como la Oración de la Señora de Todos los Pueblos. Esta oración pide la venida del Espíritu Santo, entendido como la fuerza de Dios que ayuda a transformar el corazón humano.
El sentido de la oración es pedir paz, evitar guerras, superar la corrupción y promover una convivencia más justa entre las personas. María es presentada como intercesora, es decir, alguien que acompaña y presenta estas necesidades ante Dios.
Un mensaje para todo el mundo
La Virgen pidió que su imagen y su oración se difundieran en todos los países y en todos los idiomas. Comparó esta expansión con copos de nieve que caen lentamente y cubren la tierra, para expresar que el cambio puede ser gradual, pero profundo y duradero.
Este esfuerzo fue llamado simbólicamente “La Acción Mundial”, y buscaba que el mensaje llegara a todas las personas, incluso a quienes no tienen una práctica religiosa.
Pentecostés en Ámsterdam
Como fruto de esta difusión, a partir de 1997 comenzaron a realizarse en Ámsterdam las Jornadas Mundiales de Oración, que se celebraron cada año durante Pentecostés hasta 2005. En estos encuentros participaron miles de personas de más de 80 países, junto con sacerdotes y obispos.
El centro de estas jornadas fue la oración por la paz y la unidad, mostrando el alcance internacional del mensaje.
La aprobación de la Iglesia
Tras años de estudio y reflexión, el 31 de mayo de 1997 el obispo de Haarlem-Amsterdam aprobó oficialmente la veneración pública bajo el título de Nuestra Señora de Todos los Pueblos. Esto permitió que la devoción se difundiera libremente, aunque no significó una afirmación definitiva sobre el carácter sobrenatural de las apariciones.
Un legado vigente
Hoy, el santuario de Nuestra Señora de Todos los Pueblos en Ámsterdam sigue recibiendo visitantes y peregrinos. Más allá de las creencias personales, su mensaje continúa invitando a la búsqueda de la paz, la unidad y la responsabilidad compartida entre los pueblos.
Bajo este título, María es presentada como una figura materna que acompaña a la humanidad y llama a cada persona a ser parte de un mundo más justo y reconciliado.

