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Un interrogatorio impropio y manipulado

Las supuestas apariciones marianas de San Sebastián de Garabandal (1961-1965) despertaron un enorme interés, no solo entre los fieles, sino también en las autoridades eclesiásticas, que enviaron una comisión para investigarlas. Sin embargo, con el paso de los años, diversos testigos y protagonistas directos denunciaron graves irregularidades en el modo en que dicha comisión actuó.

Se registró que existía un testimonio de las videntes firmado en blanco, pero también, uno de los casos más llamativos es el del sacerdote Materne Laffineur, cuyo testimonio fue recogido en un contexto insólito: un restaurante. Allí, en medio de la comida, los investigadores anotaban lo que consideraban relevante, sin reflejar fielmente sus palabras. El propio Padre Laffineur protestó en varias ocasiones, señalando que lo escrito no coincidía con lo que él decía. Al final, le pidieron que firmara el acta, pero se negó. No obstante, delante de él, escribieron su nombre en letras mayúsculas como si hubiera validado la declaración. Un documento así carece de valor jurídico, pero en este caso se utilizó de todas formas como parte del expediente oficial.

Dos años después, el sacerdote descubrió que en los resultados de la investigación aparecía como opuesto a las apariciones, cuando él nunca había expresado tal posición. Su testimonio manipulado seguía figurando en los archivos como prueba en contra, condicionando así la valoración final de los hechos.

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