Akita: Las lágrimas de la Virgen y el llamado que no podemos ignorar

Autor: Tatiana Ossokina

El 15 de agosto, en la solemnidad de la Asunción de María, falleció Sor Agnes Katsuko Sasagawa, la religiosa japonesa que fue testigo de las apariciones de la Virgen en Akita entre 1973 y 1975. Su partida en tan significativa fecha parece más que coincidencia: para muchos creyentes, es una señal de que los mensajes de la Madre de Dios siguen vigentes y urgen ser escuchados.

El padre Javier Luzón, sacerdote y exorcista español, lo explicaba con claridad: los mensajes de Akita están en plena sintonía con los de Fátima, La Salette y Garabandal. En todos ellos hay un hilo conductor: la urgencia de regresar a Dios, la necesidad de reparar los pecados y la advertencia de que, de no hacerlo, la humanidad afrontará sufrimientos sin precedentes.

Pero junto a la advertencia, también ofreció esperanza: el Rosario como “arma invencible” contra las fuerzas del mal.

El hecho más impactante de estas apariciones fue la imagen de la Virgen que lloró en múltiples ocasiones, incluso lágrimas de sangre y sudor. Estos signos visibles, documentados y verificados, revelaban el dolor de María por la indiferencia del mundo.

Sor Agnes, humilde y discreta, nunca buscó protagonismo. Su vida fue testimonio de fidelidad y oración silenciosa. Con su muerte, se cierra un capítulo, pero se reabre con fuerza la necesidad de comprender el llamado de Akita: no como un recuerdo del pasado, sino como un desafío vivo para este tiempo.

Hoy, el eco de aquellas lágrimas resuena con más fuerza que nunca. Las crisis espirituales, sociales y morales del presente confirman la gravedad del mensaje.

Akita no es solo historia. Es una advertencia y, al mismo tiempo, una promesa. Porque aunque el mundo parezca perderse, el triunfo final pertenece al Inmaculado Corazón de María.

FUENTES:

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