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La Historia de la Virgen de Fátima

El Encuentro con el Ángel

Era el año 1915, un día común en el pequeño pueblo de Aljustrel, situado en el corazón de Portugal. En ese lugar, Lucía dos Santos y sus primos Francisco y Jacinta Marto, tres niños devotos y sencillos, jugaban y cuidaban sus ovejas entre los campos de la Sierra de Aire. En un mediodía caluroso, después de almorzar, como era su costumbre, comenzaron a rezar el Rosario. Fue entonces cuando experimentaron un evento extraordinario que marcaría el inicio de una serie de visiones que cambiarían sus vidas para siempre.

Lucía recuerda:

“De repente, una luz más blanca que la nieve, algo transparente, en forma humana, apareció sobre el follaje del valle”True-Story-of-Fatima-Span-a.pdf.

La figura luminosa que apareció sobre ellos no era otra que el Ángel de la Paz, quien, con una voz serena, les pidió que oraran con él. “Orad conmigo”, les dijo, arrodillándose en tierra, e inclinando su frente hasta el suelo. Movidos por un impulso sobrenatural, los tres niños imitaron al Ángel y repitieron las palabras de oración:

“Dios mío, yo creo, espero, os adoro y os amo. Os pido perdón por los que no creen, ni adoran, ni esperan, ni os aman”

El Ángel les instruyó a orar por la conversión de los pecadores, advirtiéndoles sobre la importancia de la reparación por los pecados cometidos contra Dios. Después de esa revelación, la luz se desvaneció y el Ángel desapareció, pero dejó en los corazones de los niños una sensación de profunda paz y un fervor inquebrantable hacia la oración y el sacrificio.

La primera Aparición: 13 de mayo de 1917

El 13 de mayo de 1917, un día de sol en Portugal, los niños se encontraban de nuevo en Cova da Iría, un campo aislado que había sido su lugar de encuentro. Mientras cuidaban sus ovejas, un resplandor de luz iluminó el cielo y, al igual que en las visiones anteriores, la Virgen María se apareció ante ellos. Esta vez, sin embargo, la luz era más cálida, envolvente, y la figura de la Virgen era imponente, pero al mismo tiempo llena de paz.

Lucía relató el momento:
“Era una Señora vestida de blanco, más brillante que el sol, derramando una luz más clara e intensa que un globo de cristal lleno de agua cristalina atravesado por los rayos más ardientes del sol

La Virgen les habló con una voz suave y serena. Les pidió que regresaran todos los 13 de cada mes, a la misma hora, y les prometió que les revelaría quién era y qué quería. La Virgen les dio un mensaje de esperanza y oración:

“Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz al mundo y el fin de la guerra”

También les habló de la conversión de los pecadores y les pidió que ofrecieran sacrificios por ellos. En ese momento, los tres niños no solo entendieron que estaban siendo elegidos para un propósito divino, sino que sintieron el peso de esa misión.

Además, la Virgen les habló del futuro de los tres niños, asegurando a Lucía que ella iría al Cielo, pero que Francisco y Jacinta necesitarían rezar mucho para alcanzarlo. Cuando Lucía preguntó por sus amigos que habían muerto, la Virgen les respondió afirmando que algunos estaban en el Cielo, mientras que otros aún estaban en el Purgatorio, un recordatorio de la importancia de la oración por las almas.

El encuentro fue breve, pero los niños quedaron profundamente impactados por la experiencia y comenzaron a contarle a todos sobre la aparición.

La Segunda Aparición: 13 de junio de 1917

El 13 de junio de 1917, los niños regresaron a Cova da Iría a pesar de las burlas y la incredulidad de los vecinos. La presión social no disminuyó su fe; al contrario, fortaleció su determinación de cumplir con la misión que sentían en sus corazones. Caminando entre los campos pedregosos, Lucía, Francisco y Jacinta experimentaron una mezcla de temor y esperanza, conscientes de que algo extraordinario estaba a punto de ocurrir.

Al llegar, la Virgen María apareció nuevamente, vestida de blanco y rodeada de una luz más brillante que el sol. Su presencia era serena y maternal. Lucía relató las palabras de la Virgen, que reforzaban la importancia del Rosario y del sacrificio diario:
“Si hacéis todo lo que os diga, se salvarán muchas almas y habrá paz”

Las palabras de la Virgen hicieron que los niños comprendieran que cada oración y cada sacrificio tenía un propósito mayor: reparar los pecados de la humanidad y traer paz al mundo. Jacinta sintió una emoción profunda y Francisco observaba con asombro, mientras Lucía asumía la responsabilidad de guiar a sus primos en esta misión espiritual.

Antes de despedirse, la Virgen les recordó la fuerza del Rosario y la necesidad de perseverar en la oración:


“Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz al mundo y el fin de la guerra”

Con estas palabras, los niños regresaron a sus hogares con un compromiso renovado: vivir cada día con oración y sacrificio, conscientes de que sus acciones podían influir en la salvación de muchas almas.

La Tercera Aparición: 13 de julio de 1917

El 13 de julio de 1917, durante la tercera aparición, la Virgen les reveló un secreto profundo que cambiaría el curso de la historia. Los niños vieron, por un momento, una visión aterradora: el infierno. Era un abismo de llamas, lleno de almas que sufrían sin descanso, un lugar de tormento eterno. La Virgen les mostró este sufrimiento como un llamado urgente a la oración y a la reparación por los pecados cometidos por la humanidad.

Lucía recordó la visión de la siguiente manera:
“Vimos un inmenso mar de fuego. Los demonios y las almas de los condenados se hallaban sumidos en aquel fuego, levantándose y cayendo, con gritos y quejas de dolor, que nos hicieron temblar”

La Virgen les explicó que ese sufrimiento era causado por el pecado y que la humanidad necesitaba arrepentirse urgentemente. Ella les pidió que rezaran por los pecadores y les aseguró que si cumplían con su misión, el mundo experimentaría un cambio. A partir de esa visión, los niños comprendieron que su misión era más importante que nunca: rezar, hacer sacrificios, y ayudar a salvar a las almas perdidas.

Cuarta Aparición: 13 de agosto de 1917

El 13 de agosto de 1917, la situación para los niños cambió drásticamente. Ese día, las autoridades locales, preocupadas por las repercusiones de las apariciones, decidieron secuestrar a Lucía, Francisco y Jacinta. Querían presionarlos para que revelaran el “secreto” que la Virgen les había confiado y evitar que continuaran con sus relatos sobre las visiones. Fueron llevados a la ciudad de Ourém, donde los interrogaron y les hicieron amenazas, tratando de que hablaran.

A pesar de las severas presiones, los tres niños se mantuvieron firmes. Lucía, en particular, se enfrentó a la incertidumbre con un valor inquebrantable, mientras que Francisco y Jacinta, aunque temerosos, también resistieron el miedo. No revelaron nada sobre lo que la Virgen les había dicho. Durante este tiempo, las autoridades intentaron convencerlos con promesas de liberación, pero los niños no cedieron.

Mientras tanto, en Cova da Iría, la Virgen se apareció una vez más a los niños en espíritu, transmitiéndoles un mensaje de paciencia y perseverancia. La Virgen les enseñó que el sufrimiento y las pruebas que estaban enfrentando formaban parte de su misión divina y que deberían aceptar todo con fe y esperanza. En ese momento, les dijo:

“Sobre todo, aceptad y soportad con sumisión los sufrimientos que el Señor os mande”

Los niños comprendieron que la resistencia no solo era una cuestión de obedecer las autoridades, sino de cumplir con una misión más grande: salvar las almas de los pecadores y llevar el mensaje de paz que la Virgen había entregado. El mensaje de la Virgen fue claro: el camino hacia la salvación pasaba por la perseverancia en la fe, incluso cuando las pruebas fueran grandes.

Finalmente, al llegar la noche, los niños fueron liberados y regresaron a sus hogares. Aunque agotados y asustados por la experiencia, su fe se había fortalecido. Sabían que su misión continuaba y que debían seguir adelante, sin importar los obstáculos que pudieran surgir. La Virgen les había enseñado una valiosa lección de resistencia espiritual en medio de las adversidades, lo que los preparó para lo que vendría en las siguientes apariciones

Quinta Aparición: 13 de septiembre de 1917

El 13 de septiembre de 1917, los niños regresaron a Cova da Iría para la quinta aparición, llenos de esperanza, pero también conscientes de las dificultades que enfrentaban. La fama de las apariciones de la Virgen había crecido, y con ello, también las burlas y la incredulidad de los adultos. A pesar de todo esto, Lucía, Francisco y Jacinta se mantenían firmes en su fe, sabiendo que su misión era más grande que las críticas que recibían. Cuando llegaron al campo, la luz deslumbrante de la Virgen les dio la bienvenida.

La Virgen, como en las apariciones anteriores, les recordó la importancia de la oración y del sacrificio en la vida cotidiana. Les pidió una vez más que rezaran el Rosario todos los días para alcanzar la paz en el mundo y el fin de la guerra, un mensaje que había repetido a lo largo de sus encuentros:
“Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz al mundo y el fin de la guerra”True-Story-of-Fatima-Span-a.pdf.

Durante esta aparición, la Virgen enfatizó nuevamente que la reparación por los pecados era esencial. Les explicó que cada oración y cada sacrificio ofrecido tenía un valor espiritual incalculable y que el sufrimiento de los niños y la humanidad debía convertirse en una herramienta para alcanzar la paz. Les mostró cómo cada acto de devoción podía proteger a las almas del sufrimiento eterno y contribuir a la conversión de los pecadores. Era un mensaje claro: el poder de la oración y el sacrificio puede cambiar el destino espiritual de la humanidad.

Finalmente, antes de desaparecer, la Virgen reafirmó su solicitud de que los niños continuaran ofreciendo sacrificios por la conversión de los pecadores. Les explicó que solo a través de la fe y el esfuerzo continuo se podría alcanzar la paz, no solo para Portugal, sino para el mundo entero. Los niños regresaron a sus hogares con una renovada determinación, sabiendo que su misión no solo era de amor y oración, sino también de sacrificio por el bien de las almas.

Sexta Aparición y el Milagro del Sol (13 de octubre de 1917)

El 13 de octubre de 1917, miles de personas se reunieron en Cova da Iría para presenciar la última aparición de la Virgen, sabiendo que ese día sería decisivo. La Virgen se apareció ante los tres niños, como lo había prometido, y les transmitió un mensaje final sobre la importancia de la oración y el sacrificio. Sin embargo, lo más impactante de ese día fue lo que ocurrió después de la aparición.

De repente, el sol comenzó a girar en el cielo, cambiando de colores y descendiendo hacia la tierra, un fenómeno tan extraordinario que dejó a todos los presentes atónitos. Lucía y los demás testigos vieron cómo el sol parecía moverse con rapidez, haciendo que la multitud cayera de rodillas, aterrada pero maravillada. Lucía recordó:
“El sol giraba con gran rapidez, y parecía lanzarse hacia la tierra, haciendo que todos los presentes cayeran de rodillas, aterrados pero maravillados”True-Story-of-Fatima-Span-a.pdf.

Este milagro del sol fue la confirmación pública de la autenticidad de las apariciones de Fátima. Aquellos que eran escépticos ya no podían negar lo que los niños habían vivido y transmitido. Este fenómeno natural inexplicable fue considerado por todos los testigos como una señal divina de la veracidad del mensaje de la Virgen.

El Milagro del Sol marcó la culminación de las apariciones de la Virgen, que no solo confirmó la importancia de la oración y el sacrificio, sino que también invitó al mundo a unirse a la conversión y la paz. A partir de ese momento, el mensaje de Fátima se difundió por todo el mundo, llevando esperanza y un llamado a la fe.

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