Los Pastorcitos de Fátima: tres corazones sencillos elegidos para un mensaje celestial
Autor: Arias Daiana

Antes de que el nombre de Fátima se convirtiera en sinónimo de fe y esperanza, era solo una aldea humilde escondida entre las montañas de Aire, en el centro de Portugal. Allí vivían tres niños comunes, pastores de ovejas, cuya inocencia y pureza los convertirían en los testigos más extraordinarios del siglo XX: Lucía, Francisco y Jacinta.
Lucía de Jesús dos Santos, la mayor, nació el 22 de marzo de 1907 en Aljustrel, una pequeña comunidad rodeada de campos rocosos. De carácter alegre, mirada viva y gran inteligencia, destacaba por su facilidad para ganarse el cariño de los demás. Su madre, María Rosa, era una mujer profundamente religiosa y severa, que enseñaba catecismo a los niños del pueblo y fomentaba en su familia la devoción al rosario. Gracias a su educación, Lucía recibió la Primera Comunión a los seis años, algo inusual en aquel tiempo.

Sus primos, Francisco y Jacinta Marto, hijos de Manuel y Olimpia Marto, eran sus inseparables compañeros de juegos y oraciones. Francisco, nacido en 1908, era tranquilo, contemplativo y sensible. Amaba la naturaleza y la música; solía tocar una flauta de caña mientras pastoreaba. Su hermana Jacinta, nacida en 1910, era vivaz, alegre y profundamente afectuosa. Aunque a veces mostraba un carácter caprichoso, su corazón estaba lleno de ternura y fe.
Los tres compartían días enteros entre las ovejas, los olivos y los cantos al sol portugués. Jugaban, rezaban y se maravillaban del paisaje que los rodeaba. Cuando el sonido de las campanas de la iglesia se extendía por los valles, interrumpían sus juegos para rezar el Ángelus y el Rosario. Nadie sospechaba que esos mismos campos, cubiertos de polvo y flores silvestres, serían pronto testigos de uno de los acontecimientos más trascendentes de la historia moderna de la fe.
Lucía era la líder natural del grupo. Tenía una mezcla de firmeza y dulzura que inspiraba confianza. Francisco, por su parte, irradiaba serenidad; prefería el silencio a las palabras y pasaba largos momentos contemplando el cielo. Jacinta, la más pequeña, aportaba entusiasmo y una fe simple pero ardiente. Juntos formaban un trío inseparable, cuya amistad y pureza infantil preparaban el terreno para el misterio que pronto cambiaría sus vidas.
Aquel mayo de 1917, cuando la Virgen María se les apareció por primera vez en Cova da Iria, el mundo comprendió que Dios había elegido lo más sencillo y puro para manifestar su grandeza. Los tres pastorcitos de Fátima se convirtieron, sin buscarlo, en mensajeros de paz, oración y esperanza para toda la humanidad.
FUENTE
- de Marchi, J. (2018, febrero). La verdadera historia de Fátima (versión en español) (pp. 11–15) [PDF]. Fatima.org. https://fatima.org/wp-content/uploads/2018/02/True-Story-of-Fatima-Span.pdf