Lucía, la mensajera del Inmaculado Corazón
Autor: Arias Daiana
Tras la muerte de sus primitos Francisco y Jacinta, Lucía dos Santos quedó sola para continuar la misión que la Virgen María le había confiado en Fátima. Aunque recordaba la promesa de la Señora —“Nunca te dejaré sola; Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios”—, su corazón sentía profundamente la ausencia de los dos pastorcitos. A diario, peregrinos de todas partes llegaban a su casa para conocer detalles de las apariciones, lo que alteraba la paz familiar.

Ante esa situación, el recién nombrado obispo de Leiria, José Correia da Silva, decidió protegerla. En 1921 dispuso su traslado a una escuela religiosa donde nadie sabría quién era. Antes de partir, Lucía visitó en secreto los lugares sagrados: la Cova da Iría, Valinhos y el sitio donde el Ángel se había aparecido. Allí, sola, recordó las palabras que marcarían su destino: “Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar”.
Partió de madrugada junto a su madre rumbo a Oporto. En la estación, las dos se despidieron entre lágrimas. Desde ese día, Lucía pasó a llamarse María de los Dolores para ocultar su identidad. En el convento fue querida por todas, y aunque nunca hablaba de Fátima, enseñaba a las demás el amor y la devoción a la Virgen. Más tarde ingresó como religiosa en la congregación de las Hermanas de Santa Dorotea.
El 10 de diciembre de 1925, la Virgen volvió a visitarla en el convento. A su lado estaba el Niño Jesús, quien le mostró el Corazón de María rodeado de espinas. Ambos pidieron a Lucía que difundiera la devoción reparadora de los Primeros Sábados: confesión, comunión, rosario y meditación durante cinco meses consecutivos, con la promesa de la salvación eterna. Dos meses después, el 15 de febrero de 1926, el Niño Jesús regresó para insistirle que no dejara morir esa devoción.
Lucía escribió a su madre explicándole el sentido del sacrificio y la importancia de reparar las ofensas al Inmaculado Corazón. En 1927, en el convento de Tuy (España), recibió permiso del cielo para revelar las dos primeras partes del “secreto de Fátima”: la visión del infierno y la necesidad de consagrar el mundo al Corazón de María, especialmente Rusia.
Dos años después, en 1929, la Virgen se apareció nuevamente para pedir formalmente la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón, hecha por el Papa en unión con todos los obispos del mundo. Lucía transmitió la petición, pero no fue atendida de inmediato. En 1931, mientras rezaba en Rianjo, escuchó las palabras de Jesús: “Participa a mis ministros que, en vista de seguir el ejemplo del Rey de Francia, también lo han de seguir en la aflicción”. Era una advertencia profética: la demora traería sufrimientos.
En 1938, una misteriosa aurora iluminó los cielos de Europa. Lucía reconoció en ella “la gran señal” que anunciaba el castigo divino y la inminente Segunda Guerra Mundial. A pesar de las súplicas, la consagración pedida aún no se había cumplido. En 1942, el Papa Pío XII consagró el mundo al Inmaculado Corazón de María, aludiendo a Rusia, pero sin nombrarla directamente. La guerra pronto se acortó, aunque la conversión de Rusia no llegó: la Virgen había pedido una consagración específica y colegiada.

Años más tarde, Lucía relató que el Señor le había dicho: “La verdadera penitencia que ahora exijo consiste en el sacrificio que cada uno debe imponerse para cumplir con sus deberes religiosos y de estado”. Era un llamado universal a la conversión cotidiana.
Durante décadas, Sor Lucía continuó su vida en el silencio del convento, fiel a su misión. En cartas, entrevistas y testimonios, reiteró una y otra vez el mensaje esencial de Fátima: oración, penitencia, reparación y consagración. Su vida, escondida a los ojos del mundo, se convirtió en el eco permanente de una súplica celestial: que el corazón humano se vuelva hacia Dios por medio del Inmaculado Corazón de María, fuente de paz para el mundo.
FUENTE
- de Marchi, J. (2018, febrero). La verdadera historia de Fátima (versión en español) (pp. 74–84) [PDF]. Fatima.org. https://fatima.org/wp-content/uploads/2018/02/True-Story-of-Fatima-Span.pdf

