Los rostros ocultos en los ojos de la Virgen de Guadalupe: análisis y hallazgos del estudio de José Aste Tonsmann
En colaboración de María Emilia Zuchelli
Tras los primeros estudios sobre los ojos de la Virgen de Guadalupe y la aplicación de técnicas de digitalización de imágenes, el trabajo del ingeniero y doctor José Aste Tonsmann avanzó hacia una etapa más compleja: la identificación sistemática de figuras humanas reflejadas en ambas córneas. Este proceso permitió elaborar un balance científico que, lejos de ofrecer respuestas definitivas, abrió nuevos interrogantes de carácter óptico, histórico y simbólico.
Algunas de las figuras que logro identificar con esta técnica fueron:
- El “indio sentado”: en el ojo izquierdo un indígena sentado de rasgos definidos y postura reverente.
- El “hombre barbudo”: en el ojo derecho, cerca del lagrimal, un hombre de facciones europeas, con barba, en actitud contemplativa y acariciándose el rostro con la mano derecha.
- El anciano, posible fray Juan de Zumárraga: un anciano calvo, con barba blanca y tonsura franciscana.
- El indígena con la tilma, posible Juan Diego: frente a la figura del anciano, un hombre indígena con pómulos prominentes, nariz aguileña y escaso vello facial, portando un ayate anudado al cuello y extendiendo el brazo bajo la tilma en una postura que sugiere diálogo o presentación.
- La mujer negra: detrás del indígena aparece una figura femenina de rasgos negroides, con nariz ancha, labios gruesos y la cabeza cubierta por un turbante.
- El traductor: cerca del anciano se distingue un hombre joven con rasgos europeos.
- El grupo familiar indígena: en el centro de ambas pupilas aparece un conjunto de figuras denominadas “grupo familiar indígena”. Allí se distingue a una mujer joven con un tocado circular, llevando un bebé a la espalda mediante un rebozo, acompañada por un hombre con sombrero, niños y otra pareja.
Repetición binocular y visión estereoscópica
Uno de los aspectos más relevantes del estudio es la repetición de todas las figuras en ambos ojos. Aunque varían en tamaño, luminosidad y ángulo, su presencia bilateral descarta la casualidad o la pareidolia. Por ejemplo, la figura del indígena con la tilma, en el ojo izquierdo aparece el cuerpo completo, mientras que en el derecho, solo el rostro. Tonsmann atribuyó estas diferencias a efectos de visión estereoscópica propios de superficies convexas, como la córnea humana.
Para confirmar esta correspondencia, desarrolló un sistema de “mapeo” basado en coordenadas, inspirado en la cartografía geográfica, que permitió localizar las mismas figuras en posiciones equivalentes en ambos ojos (véase La fotografía amplificada de 1974: rasgos anatómicos muy precisos en el ojo de la Virgen y otros estudios).
Experimentos de control y confirmación óptica
Para descartar ilusiones ópticas, Tonsmann realizó pruebas experimentales adicionales. En la década de 1980 aplicó el mismo proceso digital a los ojos de una de sus hijas, detectando reflejos reales de las personas presentes. Cuando repitió el análisis con un cuadro pintado, solo aparecieron manchas sin forma definida, confirmando que el fenómeno se da exclusivamente en ojos vivos.
Esto es así debido a la imposibilidad técnica de pintar figuras tan precisas en una superficie burda como el ayate, especialmente en córneas de apenas 7 u 8 milímetros. Incluso con la tecnología actual, reproducir tales detalles de manera consciente resulta prácticamente inviable.
Además, los resultados coinciden con estudios previos realizados por Jesús Ruiz Ribera en México (1957–1958) y por el médico C. J. Wahlig en Nueva York (1962), quienes demostraron que las córneas actúan como espejos convexos capaces de reflejar múltiples imágenes.
Ciencia, fe y misterio
Aste Tonsmann reconoce abiertamente su fe católica y sostiene que ciencia y religión no se excluyen mutuamente. Para él, estos hallazgos no constituyen pruebas definitivas, pero sí evidencian que los ojos de la Virgen de Guadalupe encierran un fenómeno óptico extraordinario, aún no explicado en su totalidad.
Más allá de las conclusiones, el estudio sugiere una idea inquietante: que los ojos puedan conservar reflejos invisibles al ojo humano durante siglos. Un enigma donde ciencia, historia y espiritualidad continúan dialogando, dejando abiertas preguntas que la tecnología futura quizá logre responder.
FUENTE
- Benítez, J. J. (1982). El misterio de Guadalupe: Sensacionales descubrimientos en los ojos de la Virgen mexicana (pp. 153–185). Editorial Planeta.

