Imprimir

El sorprendente estudio infrarrojo de Callahan y Smith en la Tilma

Autoras: Elidé Rojas y Daiana M. Arias

En 1979, los científicos norteamericanos Philip Callahan y Jody B. Smith tuvieron la oportunidad única de estudiar la tilma de la Virgen de Guadalupe, una de las imágenes más veneradas del mundo, aplicando una de las técnicas más avanzadas de la época: la fotografía infrarroja. Este procedimiento, usado en restauración de arte, medicina e incluso en misiones espaciales, permite revelar detalles invisibles al ojo humano y descubrir lo que se esconde bajo la superficie de una obra.

La relevancia de aplicar luz infrarroja radica en que puede atravesar barnices oscuros, capas deterioradas de pintura o suciedad acumulada a lo largo de los siglos, mostrando lo que hay debajo sin dañar el soporte original. Gracias a esta propiedad, la técnica ha permitido en otras ocasiones descubrir bocetos ocultos y correcciones en obras maestras de artistas como Leonardo o Velázquez, ya que distingue con claridad los materiales antiguos —minerales, aceites o ceras— de pigmentos modernos.

El análisis de la tilma arrojó resultados que sorprendieron tanto a los expertos en arte como a los creyentes. La imagen no presenta trazos de pincel ni señales de preparación en la tela, algo indispensable en cualquier obra del siglo XVI. Tampoco se encontraron esbozos ni correcciones debajo de la imagen, a diferencia de lo que sucede en el proceso creativo de un pintor. Además, los investigadores observaron un fenómeno de iridiscencia: los colores parecen cambiar según el ángulo desde el que se contempla la tilma, un efecto imposible de obtener con las técnicas pictóricas tradicionales de la época. Estos hallazgos reforzaron la idea de que la imagen no pudo ser realizada con procedimientos artísticos convencionales, lo que ha alimentado teorías sobre un origen desconocido o incluso sobrenatural.

El informe también indicó que los pigmentos antiguos, como los derivados de minerales o anilinas, reaccionan de manera distinta a la luz infrarroja en comparación con los pigmentos modernos, como los utilizados en lacas y barnices de poliéster. Esto es valioso para los expertos, ya que les permite identificar el tipo de materiales y la antigüedad de la pintura.

Para lograr esos resultados decisivos, los investigadores recurrieron a equipamiento técnico sofisticado para su época:

  1. Cámaras utilizadas:
    • Nikon F, provista de un lente macro auto-Nikon-S (50 mm, apertura 1:1.4), ideal para captar detalles cercanos.
    • Pentax MX, equipada con un lente gran angular SCM Pentax (40 mm, apertura 1:2.8), útil para capturar áreas más amplias.
  2. Medición de la luz (fotometría):
    • La Nikon requería un fotómetro externo (Quantum) con filtro rojo Wratten 25A sobre la célula sensible, para calibrar correctamente la respuesta a la luz infrarroja.
    • La Pentax contaba con exposímetro integrado, aunque también se usó el mismo filtro rojo sobre su lente para bloquear luz visible—especialmente la azul—que podría interferir en la película infrarroja.
  3. Filtros infrarrojos (Wratten 25A):
    • Clave para absorber las longitudes de onda visibles (sobre todo azul), asegurando que solo la radiación infrarroja (más larga) llegará a la película, lo que maximiza el contraste entre materiales antiguos y añadidos recientes.

Gracias a estas precauciones técnicas, las imágenes obtenidas ofrecieron una lectura clara y precisa, libre de interferencias externas. Sin embargo, en lugar de resolver el enigma, los resultados lo profundizaron. Lejos de demostrar un origen artístico convencional, el estudio confirmó que la tilma no se ajusta a los métodos de pintura conocidos. Así, a más de cuatro siglos de su aparición, la imagen de la Virgen de Guadalupe sigue desafiando toda explicación científica y continúa siendo un enigma abierto entre la fe y la ciencia.

FUENTES


Submit a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Tabla de contenidos