El enigma científico de la túnica de la Virgen de Guadalupe
La túnica de la Virgen de Guadalupe sigue siendo uno de los grandes misterios de la ciencia y el arte. Entre todos los elementos de la imagen, este ropaje rosa concentra los mayores interrogantes. Esto se debe a su extraordinaria luminosidad y a su comportamiento atípico frente a los estudios modernos de óptica y pigmentación.
Los análisis han revelado que el color rosa refleja intensamente la luz visible y, al mismo tiempo, es transparente a los rayos infrarrojos. Esta característica lo diferencia de otros pigmentos de la tilma. Por ejemplo, el azul del manto se incrusta entre las fibras del tejido. En cambio, el rosa parece flotar sobre la superficie, sin penetrar en la trama.

Al observar los pliegues de la túnica, las sombras parecen simples líneas finas. Sin embargo, al ser fotografiadas de cerca, se muestran más anchas y unidas a la propia pintura. Esto descarta el uso de la técnica habitual de trazos subyacentes. En algunas zonas, además, se superponen perfiles negros sobre esas sombras. Esto sugiere una intervención posterior con fines decorativos, de estilo gótico, aunque poco cuidada.
El mayor enigma aparece al intentar identificar el pigmento utilizado. Los expertos han descartado opciones clásicas como el cinabrio, la hematita, el rojo de plomo y el óxido rojo. Todos ellos resultan opacos a los infrarrojos. La transparencia del rosa haría pensar en un pigmento orgánico. Sin embargo, estos suelen desvanecerse con el tiempo si no cuentan con protección.
La tilma, no obstante, carece de barniz y de aparejo. Aun así, el tono rosa se mantiene brillante y fresco tras casi cinco siglos, lo que resulta difícil de explicar.
Otro detalle desconcertante es el bordado dorado que se superpone a la túnica. Se asemeja a las estrellas del manto, aunque presenta un menor deterioro. Los especialistas señalan que fue añadido después del fondo rosa. También afirman que un pintor experimentado no habría trazado líneas planas sobre los pliegues sin respetar luces y sombras. Esta técnica no coincide con el realismo presente en otras partes de la imagen, como el rostro y el ropaje.
El resultado de estos estudios es un verdadero rompecabezas científico y artístico. Se trata de una túnica que conserva un resplandor inusual, sin barnices ni capas de preparación. Además, fue realizada con pigmentos cuya composición no encuentra explicación en la paleta conocida de la época.
A la luz de estas evidencias, la túnica de la Virgen de Guadalupe no es solo un símbolo religioso y cultural. También representa un desafío abierto para la ciencia, que aún intenta responder cómo y con qué se pintó un color que parece resistir las leyes del tiempo.
FUENTE
- Benítez, J. J. (1982). El misterio de Guadalupe: Sensacionales descubrimientos en los ojos de la Virgen mexicana (pp. 61–62). Editorial Planeta.

