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Segunda Aparición de la Virgen de la Medalla Milagrosa

Por: Rafaela Randello

Unos meses después de la primera aparición, el 27 de noviembre de 1830, la Virgen volvió a aparecerse en la capilla de la Rue du Bac.
Fue durante un momento de oración vespertina cuando Catalina Labouré la vio en una forma luminosa y majestuosa. Esta aparición dio origen al mensaje central de la Medalla Milagrosa. A continuación, compartimos el valioso relato escrito por Santa Catalina:

“El sábado 27 de noviembre, víspera del primer domingo de Adviento, nuestra buena Madre Marta nos dio una instrucción muy bella sobre la devoción a los santos y a la Santísima Virgen (…). El mismo día, a las cinco y media de la tarde, en el momento de la oración, después del punto de meditación, en medio de un profundo silencio, de pronto me pareció oír un ruido como el roce de un vestido de seda, que venía de la tribuna.

Volviendo los ojos a aquél lado vi a la Santísima Virgen cerca del cuadro de San José, teniendo bajo los pies una esfera blanca.

La Virgen estaba de pie, vestida de blanco, estatura mediana, el rostro tan bello que me sería imposible decir su belleza. Llevaba un vestido de seda blanco-aurora… sin escote, mangas lisas. La cabeza cubierta con un velo blanco que le descendía por ambos lados hasta los pies. Debajo el velo llevaba el cabello partido y liso bajo una especie de pañoleta, guarnecida de una puntilla de dos dedos de anchura, sin fruncido, ligeramente apoyada sobre el cabello, el rostro muy descubierto. Los ojos tan pronto levantados hacia el cielo como bajados. Los pies apoyados sobre una esfera, es decir, la mitad de una esfera, o al menos a mí me pareció la mitad. Las manos elevadas a la altura del estómago de una manera muy natural, sosteniendo en ellas una esfera que representaba al mundo. Su rostro era bellísimo, no podría describirlo

Vi en sus dedos anillos adornados con piedras preciosas, unas grandes y otras pequeñas, que despedían rayos de diferentes tamaños. Los rayos de las piedras grandes eran más intensos y se extendían, mientras que los de las pequeñas se alargaban hacia abajo. Estos rayos iluminaban todo a su alrededor, hasta que ya no se veían los pies. En ese momento, la Virgen bajó la mirada y una voz me habló: «Este globo que ves representa al mundo entero, especialmente a Francia, y a cada persona en particular».

La voz continuó: «Estos rayos son el símbolo de las gracias que distribuyo a las personas que me las piden». En ese momento, un cuadro apareció alrededor de la Virgen con las palabras en letras doradas: «Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti». Entonces, la voz me dijo: «Haz, haz acuñar una medalla según este modelo; todas las personas que la lleven recibirán grandes gracias…, esas gracias serán abundantes para quienes la lleven con confianza».

Después, vi el reverso de la Medalla y, tras muchas oraciones, una voz me dijo: «La M y los dos Corazones dicen bastante». Todo desapareció, y me llené de un gozo inexplicable.

Ese día no terminaron las apariciones, sino que la Virgen se apareció una tercera vez, pidiéndo que levantara un altar en el lugar de la aparición, prometiendo muchas gracias e indulgencias a quienes acudieran a pedirlas.

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