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La catedral secreta de París: el lugar donde descansan Catalina y su milagro

Por: Rafaela Randello

No figura en los mapas turísticos. No tiene torres altísimas ni vitrales famosos. Ninguna gárgola la custodia. Pero quien entra allí… no sale igual.

En el número 140 de la Rue du Bac, en pleno corazón de París, hay una capilla silenciosa que guarda un secreto del cielo: fue allí donde la Virgen María se apareció a una joven humilde llamada Catalina Labouré en el año 1830. Y fue allí donde nació la Medalla Milagrosa.

La capilla sigue abierta. No como un museo, sino como un santuario vivo. Un lugar que huele a oración. Las Hijas de la Caridad custodian ese rincón desde hace casi dos siglos. Nada de luces estridentes. Solo silencio, flores, fe.

El cuerpo incorrupto de Santa Catalina descansa justo debajo del altar. Su rostro tranquilo, su hábito intacto, sus manos cruzadas sobre el pecho. No parece dormida: parece en paz. Muy cerca, también descansan los restos de San Vicente de Paúl y de Santa Luisa de Marillac, fundadores de la comunidad que ella eligió.

Miles de personas la visitan cada año. Muchos entran sin saber por qué. Salen con lágrimas. Con respuestas. Con una medallita en el bolsillo. Algunos sienten que fueron llamados. Otros, que fueron curados. Todos, que algo les habló.

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