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La Madre Adela cuenta la historia que transformó el mundo

Por: Rafaela Randello

En este inspirador video, la Madre Adela narra como nadie la historia de la Medalla Milagrosa y las apariciones de la Virgen María a Santa Catalina Labouré. Su relato cobra un valor especial al ser presentado por una Hija de la Caridad, la misma comunidad religiosa a la que perteneció la humilde joven que recibió la visión original de la Virgen María en 1830, en la Rue du Bac, en el corazón de París.

Con la calidez, el carisma y la profundidad que la caracterizan, la Madre Adela nos conduce al origen de una de las devociones marianas más extendidas del mundo. Explica cómo la Virgen pidió que se acuñara una medalla con su imagen, prometiendo abundantes gracias a quienes la llevaran con fe. A través de su testimonio, descubrimos que Catalina Labouré fue la primera en apoyar su cabeza sobre las rodillas de la Virgen María y que, con la ayuda de su Ángel de la Guarda, pudo contemplarla en una visión llena de ternura.

Más sorprendente aún: nadie, ni siquiera sus compañeras de convento, supo durante su vida que había tenido una experiencia celestial tan extraordinaria. Solo su confesor conocía el secreto, preservando la humildad de quien sería después canonizada como santa. Catalina fue, y sigue siendo, la “santa del silencio”: aquella que evangelizó sin palabras, desde la sencillez y la obediencia.

Y es precisamente ese silencio el que hoy cobra nuevo sentido. En medio del ruido constante y del vértigo de las redes sociales, la Madre Adela nos invita a hacer una pausa sagrada. Su reflexión interpela a todos los que vivimos en la era digital: ¿por qué no compartir también palabras que sanen y den esperanza?

Evangelizar, recuerda, no siempre significa predicar. Muchas veces es simplemente estar presentes, ser reflejo de la ternura y del amor de la Virgen María, incluso en los espacios digitales. En un mundo que premia la exposición y la inmediatez, el ejemplo de Santa Catalina nos recuerda que la verdadera grandeza espiritual no necesita de escenarios ni aplausos.

Escuchar a la Madre Adela es dejar que la gracia de la Medalla Milagrosa toque el corazón. Y quién sabe… tal vez esta historia también tenga un mensaje destinado a llegar hasta vos.

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