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La duodécima aparición en Lourdes: el testimonio del Padre Dézirat

Maria Emilia Zuchelli

El lunes 1 de marzo de 1858, durante la duodécima aparición en Lourdes, se vivió un hecho excepcional: por primera y única vez, un sacerdote acudió a la Gruta de Massabielle. Su nombre era Antoine Dézirat, párroco de Omex, un hombre prudente, observador, que había oído hablar del fenómeno con escepticismo, pero deseaba comprobarlo por sí mismo.

Imagen creada con IA para Aidsky

Aquel día, Bernadette llegó como de costumbre, rezando el rosario entre la multitud que se agolpaba en silencio. El padre Dézirat se acercó lentamente y se situó a menos de un metro de la joven. Su curiosidad lo llevó incluso a inclinarse hasta quedar a apenas unos centímetros de su rostro. Lo que vio en ese instante quedó grabado para siempre en su memoria.

“Bernadette, mientras desgranaba el rosario, movía apenas los labios; pero, en su actitud, en los rasgos de su rostro, se percibía que su alma estaba embelesada… Su sonrisa superaba cualquier expresión. El artista más hábil, el actor más consumado, no podría reproducir nunca aquel encanto y aquella gracia… Es imposible representárselo.

Me impresionó la mezcla de alegría y tristeza pintadas en su rostro. Cuando uno de estos sentimientos sucedía al otro, ocurría con la rapidez de un rayo; y, sin embargo, no había en esa variación nada brusco: era una transición admirable.

Bernadette era la única que veía la Aparición, pero todo el mundo parecía sentir su presencia… El respeto, el silencio, el recogimiento reinaban en todas partes… ¡Oh! ¡Qué bien se estaba allí! Me creía en la antesala del paraíso.”

Cuando el rostro de Bernadette salió de su limitado horizonte y comenzó a desplazarse de rodillas, el padre Dézirat se retiró apresuradamente de la Gruta, profundamente conmovido.

Aquel encuentro fue decisivo: el sacerdote, que había llegado con dudas, se marchó con el alma turbada por un misterio que desbordaba toda explicación humana. En el corazón de Lourdes, la fe y la razón volvían a cruzarse frente al rostro luminoso de una niña y su visión invisible.

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