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El hombre que volvió a ver: la curación de Louis Bouriette reconocida oficialmente en Lourdes

Entre los relatos de curaciones vinculados a las apariciones de Lourdes, pocos son tan recordados como el de Louis Bouriette, un vecino del pueblo que había perdido la vista en un accidente y que, tras veinte años de oscuridad, recuperó su visión de manera inexplicable.

Un accidente y veinte años de oscuridad

Louis Bouriette era peón de cantera y vivía en Lourdes. Años antes de las apariciones, había sufrido un grave accidente laboral: una explosión de mina provocó la muerte de su hermano Joseph y lo dejó con una lesión irreversible en el ojo derecho.
Durante casi veinte años soportó las consecuencias de aquel accidente. Los médicos diagnosticaron amaurosis, una pérdida total de visión. Ningún tratamiento ofrecía esperanza.

En marzo de 1858, mientras la joven Bernadette Soubirous afirmaba ver a la Virgen en la gruta de Massabielle, Bouriette decidió acercarse al lugar. Tenía 54 años y una fe sencilla. Se lavó el ojo enfermo con el agua del manantial que había brotado en la gruta, rezando con humildad a la Virgen.
Según su propio testimonio, tras repetidas abluciones recuperó la vista del ojo derecho, viendo con claridad después de dos décadas de ceguera.

La verificación médica

El caso llamó la atención del doctor Dozous, quien conocía la naturaleza de las lesiones oculares por explosión y afirmó más tarde que una curación de ese tipo era médicamente imposible. La Comisión de Investigación creada por Monseñor Laurence, obispo de Tarbes, examinó el caso el 28 de julio de 1858.
En abril de 1860, el doctor Henri Vergez, profesor adscrito a la Facultad de Montpellier y médico de las aguas de Barèges, emitió su informe preliminar, declarando que el acontecimiento tenía un “carácter sobrenatural”.

El 18 de enero de 1862, el obispo Bertrand-Sévère Laurence incluyó la curación de Bouriette entre los milagros oficialmente reconocidos de Lourdes, junto con el caso de Catherine Latapie.
Desde entonces, su nombre figura entre los primeros testigos de las gracias concedidas en aquel lugar.

Louis Bouriette no dejó grandes discursos ni documentos personales, pero su testimonio fue suficiente para abrir una tradición de examen riguroso y fe confiada. Su curación, investigada con seriedad y declarada sobrenatural, se convirtió en símbolo de esperanza para quienes, como él, se acercan al agua de Lourdes con la misma sencillez.

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