Bertrand – Sévére Mascarou – Laurence: el obispo que enseñó a discernir lo sobrenatural

Bertrand-Sévère Mascarou-Laurence nació el 7 de septiembre de 1790 en Oroix1, un pequeño pueblo de los Altos Pirineos franceses. Su familia era humilde, de artesanos sin fortuna. Durante su niñez trabajó más que estudió, y recién a los veinte años aprendió a leer y escribir correctamente. Parecía destinado a una vida sencilla, pero su historia tomó otro rumbo: aquel joven campesino se convertiría en el obispo que reconoció oficialmente las apariciones de la Virgen María en Lourdes.
Desde joven mostró una voluntad firme y una fe profunda que lo impulsaban a superarse. Estudió con perseverancia en distintos colegios, destacándose por su inteligencia y su vida espiritual, hasta ser ordenado sacerdote a los 31 años. Ese camino lento y difícil moldeó su modo de ver el mundo: con paciencia, prudencia y atención a lo esencial.
Ya como sacerdote, se distinguió por su serenidad y su capacidad de escuchar. No era un hombre de palabras grandilocuentes, sino de hechos y decisiones firmes. En el seminario menor de Saint-Pé-de-Bigorre, donde fue superior, dejó una huella profunda por su modo cercano de enseñar y por su ejemplo de vida austera. Allí reveló sus talentos como administrador y formador, ganándose el respeto del clero por su prudencia y equilibrio.
En 1845 fue nombrado obispo de Tarbes, un ascenso que él mismo atribuyó a la Virgen María, a quien tenía una devoción especial. Como pastor, se dedicó a reconstruir iglesias, fundar escuelas y restaurar santuarios marianos destruidos durante la Revolución Francesa. Su fe era práctica: creía que la piedad debía traducirse en obras concretas.
Las apariciones de Lourdes

En 1858, el obispo Laurence recibió las primeras noticias sobre las apariciones de la Virgen María a la joven Bernadette Soubirous, en la gruta de Massabielle, cerca del río Gave. No se apresuró a juzgar y se mantuvo informado a través de la correspondencia con el abad Dominique Peyramale, párroco de Lourdes, siguiendo con prudencia el desarrollo de los hechos. Sabía que entre la credulidad y la incredulidad hay un camino más difícil: el del discernimiento.
Durante meses siguió los acontecimientos a través del párroco de Lourdes, el abad Peyramale. Observó, escuchó, esperó. Cuando las apariciones terminaron, el 28 de julio de 1858, decidió formar una comisión de estudio compuesta por teólogos y médicos, y él mismo tomó parte activa en el proceso (véase La Comisión Diocesana que reconoció las Apariciones de Lourdes). En 1860 se reunió personalmente con Bernadette y quedó impresionado por su sencillez, su lucidez y la coherencia de su testimonio.2
Mascarou-Laurence no se dejó llevar por la emoción popular ni por la presión de los incrédulos. Su formación, labrada en el esfuerzo y la pobreza, lo había hecho desconfiar tanto de los entusiasmos fáciles como de los juicios rápidos. Examinó los hechos con paciencia durante casi cuatro años.
Finalmente, el 18 de enero de 1862, publicó su Carta Pastoral sobre las apariciones de Lourdes. En ella afirmó, con palabras que resonaron en toda Francia, que las apariciones eran “sobrenaturales y divinas”, y que lo que Bernadette había visto era realmente a la Virgen María. Su decisión, prudente y firme, sentó las bases para el nacimiento del Santuario de Lourdes, hoy uno de los lugares de peregrinación más importantes del mundo.
Últimos años, muerte y legado
En 1869, a pesar de su delicado estado de salud, viajó a Roma para participar en las sesiones del Primer Concilio Vaticano (1869-1870). Cuando algunos sacerdotes le pidieron que no viajara, respondió con serenidad:
“¿Y qué hay de mi deber como obispo? Si muero, ¿acaso no hay cementerios en Roma?”3
Falleció efectivamente en Roma el 30 de enero de 1870, y sus restos fueron trasladados a la catedral de Tarbes, donde reposan actualmente.
Mascarou-Laurence fue, sin buscarlo, una figura decisiva en la historia espiritual de su tiempo. No fue un visionario ni un teólogo famoso: fue un hombre sencillo que supo escuchar, discernir y actuar con justicia. Creyó en la palabra de una joven pobre porque él mismo había conocido la pobreza. Creyó en la verdad de Lourdes porque supo reconocer en ella el lenguaje de Dios que se revela a los humildes.
Su vida demuestra que la grandeza no depende del origen, sino de la fidelidad a la vocación recibida. En su prudencia y su fe, la Iglesia encontró un ejemplo de sabiduría; en su humildad, un reflejo de aquella Virgen a la que sirvió con confianza y amor.
FUENTES
- Datos obtenidos del sitio web Geneanet de la ficha Monseigneur LAURENCE Evêque de Tarbes MASCAROU dit LAURENCE. Sitio Web: https://es.geneanet.org/ ↩︎
- Artículo Volviendo de Lourdes (24 jun. 2022) por Mons. Joan – Enric Vives, publicado en el sitio web Bisbat d´Urgell: https://bisbaturgell.org/es/
Bishop Bertrand-Severe Mascarou-Laurence recuperado en el sitio web Find a Grave de la siguiente manera: Homenajes > Región > Europe > France > Midi-Pyrénées > Departement des Hautes-Pyrénées > Tarbes > Tarbes Cathedral. Sitio Web: https://es.findagrave.com/ ↩︎ - Artículo Bertrand-Sévère Laurence (20 oct. 2025), publicado en el sitio web de Wikipedia: https://fr.wikipedia.org/wiki/Wikip%C3%A9dia:Accueil_principal ↩︎

