“La Señora solo me habló la tercera vez (…) también me dijo que no me prometía hacerme feliz en este mundo, sino en el otro”
El jueves 18 de febrero la Virgen le hablo por primera vez a Bernadette y le pide que volviera allí, a la gruta de Massabielle, dentro de quince días.
Los padres de Bernadette le ordenaron que no podía volver allí, pero ella se lo había prometido y así lo hizo, el 24 de febrero ella caminaba de nuevo a Massabielle para encontrarse con la Virgen. Ese día le pide oración y penitencia por la conversión de los pecadores.
El domingo 14 de febrero, Bernadette ignorando la prohibición de sus padres vuelve a la gruta de Massabielle, y como no estaba del todo segura de si era o no una aparición de un origen maligno, decidió llevar un poco de agua bendita con ella.
Al llegar a la gruta comienza a rezar y espera a que la Señora vuelva a aparecer. Después de la primera decena del rosario, la Virgen aparece.
Bernadette para asegurarse le salpica agua bendita “(…) entonces comencé a arrojarle agua bendita, y al mismo tiempo le dije que si venia de Dios, debía quedarse, pero si no, que se fuera (…)”
La Virgen se quedó y la acompaño a terminar lo que quedaba por rezar del rosario, pero al terminar volvió a desaparecer.
El 11 de febrero de 1858 Bernadette, acompañada de su hermana y una vecina, se dirigió a la gruta de Massabielle para recoger ramas secas y pequeños troncos.
Al llegar y comenzar a sacarse sus zapatos para poder cruzar el arroyo, escucho un ruido. Un ruido como el de una ráfaga de viento que la hizo levantar la cabeza hacia la gruta. Y allí la vio. Una mujer vestida de blanco.
“(…) Al levantar la cabeza para mirar la gruta, vi a una dama vestida de blanco, con un vestido blanco, un cinturón azul y una rosa amarilla en cada pie, del mismo color que la cadena de su rosario (…)”
La Señora le sonrió y la invito a rezar el rosario con ella. Una vez terminado el rosario, la Señora desapareció.
Ella quiso mantener en secreto lo que le había sucedido, pero su hermana Toinette se lo termino contando a su madre, recibiendo así un castigo corporal por la historia que contaban y una prohibición de volver a la gruta.
Bernadette Soubirous nacida el 7 de enero de 1844 en Lourdes, Francia, fue una pastora, mística y religiosa francesa canonizada por la Iglesia Católica en 1933 por haber presenciado una serie de dieciocho apariciones marianas en 1858.
Ella era la mayor de nueve hermanos y vivían en un viejo sótano en un molino húmedo y miserable debido a la extrema pobreza de sus padres. Llego a vivir algunos años en una celda de la antigua prisión de Lourdes, por lo que la familia era señalada en el pueblo como “los que viven en el calabozo”.
No supo aprender a leer ni a escribir hasta los 16 años ya que no asistía a la escuela para cuidar a sus hermanos o guardar en el monte ovejas ajenas. Pero así y todo ella ponía mucho empeño en las clases de catequesis.
Todo iba a cambiar aquel jueves 11 de febrero, cuando se había acabado la leña y ella se ofrecía a ir a recogerla a la pequeña gruta de Masse-Vieille.
FUENTE:
Artículo de Wikipedia llamado «Bernadette Soubirous» donde se cuenta más información sobre su vida.
La Virgen de Lourdes, también llamada la Inmaculada Concepción, es una advocación mariana que conmemora las apariciones de la Virgen María frente a Bernadette Soubirous en las grutas de Massabielle (Lourdes, Francia) en 1858. La Virgen se le aparece dieciocho veces en total, dejando una enseñanza en cada una de ellas.
Bernadette la describió como una señora joven vestida de blanco con una conta de color azul a la cintura y un velo que le cubría su cabello. Siempre se aparecía con sus manos juntas, como si estuviera orando, con un rosario colgándole del brazo y una rosa dorada en cada pie.
La peregrinación es una fiesta en donde se busca y se encuentra el camino hacia el cielo. Caminar hacia el Santuario es una vivencia del camino hasta la casa de Dios. También es un camino de conversión. Es un camino que se hace acompañado de familiares, compañeros, amigos y hasta desconocidos que comparte el don de la fe y amor por la virgen de Guadalupe.
Antes de emprender una peregrinación es importante realizar ciertos preparativos. Se debe llevar ropa cómoda, calzado adecuado para largas caminatas, agua, alimentos ligeros y, en muchos casos, objetos de devoción como rosarios o imágenes de la Virgen. También es recomendable planificar las rutas y los puntos de descanso, especialmente para quienes recorren largas distancias.
Además, es fundamental llegar al Santuario ya confesado, por lo que antes de salir se recomienda ir a una iglesia a confesarse o durante el camino de peregrinar frenar en alguna iglesia y confesarse.
Por último, cuando ya están todos preparados, con la asistencia de algún sacerdote o encargado del grupo, se realiza una oración para comenzar con la bendición de Dios el camino a recorrer. Durante este camino se debe dedicar momentos para la oración rezando el rosario guadalupano y cantando las alabanzas del Señor.
Al llegar Santuario dedicado a la Virgen de Guadalupe, se entra con espíritu de adoración, con un sentimiento de maravilla ante Dios y su gracia y amor que nos ha entregado a María como nuestra Madre.