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Concebida sin pecado

El dogma de la Inmaculada Concepción

La concepción de la Virgen María sin pecado original, es un dogma de la Iglesia Católica conocido como Inmaculada Concepción, que nos invita a reflexionar sobre la pureza y la gracia divina.

El padre José de Jesús Aguilar Valdés explica que, a diferencia de los demás seres humanos, María fue preservada del pecado original desde su concepción para ser digna de llevar a Jesús. Según el autor, “María fue inmaculada (sin pecado original) y eso la diferencia de todos los seres humanos, ya que todos heredamos el pecado original”. Esto significa que, desde su concepción, María estuvo libre del pecado heredado de Adán y Eva.

El pecado original nos hace sujetos a la muerte y a la corrupción del cuerpo, pero María, al ser inmaculada, fue preservada de este destino. El padre José de Jesús Aguilar Valdés subraya: “La muerte de la Virgen no fue consecuencia del pecado, ya que María fue inmaculada”.

La pureza de María le permitió vivir una vida libre de la corrupción del pecado. Su muerte no fue consecuencia del pecado, sino un acto de amor y solidaridad con su hijo Jesús.

Este dogma de la Inmaculada Concepción resalta que María, al ser completamente pura, no sufrió la corrupción que normalmente experimenta el cuerpo humano después de la muerte, lo que se refleja en su Asunción al cielo en cuerpo y alma.

La Inmaculada Concepción nos enseña que María fue una mujer única, especial y pura, elegida por Dios para ser la madre de Jesús. Esta creencia resalta su santidad y la gracia que Dios le dio para cumplir con la importante misión de ser la madre del Salvador. A través de este dogma, los católicos ven a María como un modelo de obediencia y fe en Dios.

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