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María y Pentecostés: Su Colaboración en la Redención

Por: Elidé Marisel Rojas

El misterio pascual de Cristo, que incluye su pasión, muerte, resurrección y la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, es central en la salvación humana. Aunque solo Cristo es el Redentor, María desempeña un papel esencial en este plan divino. Durante Pentecostés, María se encuentra con los apóstoles, intercediendo por ellos y por toda la Iglesia naciente, como madre espiritual de todos los creyentes. Su participación en este evento destaca su rol continuo en la mediación de las gracias divinas (Giménez, 2017).

María, llena del Espíritu Santo desde su concepción, no solo fue testigo de los eventos salvíficos, sino que colaboró directamente en la Encarnación. Su “sí” en la Anunciación permitió que el Verbo de Dios se hiciera carne, y su humanidad fue esencial en el sacrificio redentor de Cristo (Giménez, 2017). Como explica el autor Giménez, “María posibilita la encarnación y la redención al ofrecer la carne y sangre de Cristo” (Giménez, 2017, p. 122).

En Pentecostés, María no solo presencia la venida del Espíritu Santo, sino que, como corredentora, sigue intercediendo por la humanidad, ayudando a difundir las gracias de Dios. Su maternidad espiritual la vincula inseparablemente con el misterio pascual de su Hijo (Giménez, 2017, p. 125).

FUENTE


Giménez, A. (2017). María Corredentora: Explicación y conveniencia de su proclamación dogmática. Universidad Eclesiástica San Dámaso.

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